Redacción y Producción: Leandro Ulloa
Luego del duro golpe de la doble renuncia Basile-Bianchi y el turbulento paso de Alves, Ameal apostó fuerte con Borghi y se estrelló antes de arrancar a volar. Hoy, se la juega con Falcioni y espera que, finalmente, sea la decisión correcta. Y Julio César tendrá un panorama muy similar al timón que tuvo que agarrar hace tan sólo 7 meses el Bichi.
A Borghi se le terminó el tiempo en Boca hace rato. Ahora le llegó el turno a Falcioni. |
14 de Mayo de 2010, Buenos Aires, Banfield. - Boca cerraba un semestre para el olvido con un lapidario 0-3 ante Banfield en el Sur. Ya había quedado lejos la doble renuncia de Basile y Bianchi en el verano, y ya había pasado el tormentoso paso de Abel Alves por la primera Xeneize. Lo más cercano en el tiempo era un puñado de partidos dirigidos por Roberto Pompei, que llegó de las juveniles para apaciguar las aguas. Pero esa derrota ante el conjunto de Julio César Falcioni –que paradoja- sería el puntapié inicial para un gran recambio en el conjunto de la Ribera. Y el primer cambio de todos empezaba desde el banco: un nuevo DT. Para eso, Jorge Amor Ameal fue a lo seguro, el técnico del campeón Argentinos Juniors.
La última formación de Boca antes de Borghi. Prediger, García, Achucarro, Muñoz, Paletta, Giménez (Arriba); Palermo, Erbes, Mouche e Insua (Abajo). |
20 de Mayo de 2010, Ciudad de Buenos Aires, La Boca. - Luego de varios días de especulación post Clausura, finalmente se confirmaba: Claudio Borghi, el DT campeón, asumía la dirección técnica de Boca Juniors y era presentado en la sala de conferencia de la Bombonera, junto al presidente Jorge Amor Ameal y el vicepresidente José Beraldi. “Es un club demasiado importante, estamos muy concientes de esto, muy satisfechos y esperamos poder hacer bien las cosas”¸ soltó el Bichi, en su primer contacto con la prensa como DT Xeneize. Y es que, con su llegada al Club, se renovaba la ilusión de ver un nuevo Boca, distinto al apático que se venía viendo desde mediados de 2009.
Ameal y Beraldi junto a Borghi, el día de la presentación. |
Para comenzar con el recambio, la dirigencia decidió prescindir de varios jugadores que venían siendo titulares –Hugo Ibarra, Morel Rodríguez, Federico Insua, Gabriel Paletta y Ariel Rosada-, otros que no eran tan tenidos en cuenta –Guillermo Marino, Juan Krupoviesa, Sebastián Prediger, Luiz Alberto y Breyner Bonilla- y vendió dos valores importantes de las inferiores como Ezequiel Muñóz y Nicolás Gaitan, al Palermo y Benfíca, respectivamente. Doce jugadores out para la “Era Bichi”, más de un equipo fuera del plantel.
Pero al nuevo DT le dieron todos los gustos. Le trajeron un arquero de su agrado, Cristian Lucchetti; le compraron una línea de tres completa para que pueda aplicar su táctica –Insaurralde, Cellay y Caruzzo, su hombre en Argentinos-, repatriaron de España a Damián Escudero y se produjo el regreso de Clemente Rodríguez, que venía de jugar el Mundial de Sudáfrica 2010 con Argentina. “Un verdadero Dream Team”, se apresuraban algunos, soñando con unos refuerzos enchufados, un Román recuperado –que nunca llegó- y un Palermo amigado con la red, sumado al empuje de los pibes. Finalmente, la historia sería muy distinta. El cambio radical en el esquema nunca les gustó a los jugadores, que no se adaptaron ni quisieron hacerlo. La inseguridad de Borghi con sus “amagues” de renuncia y su poco peso en el plantel para tomar decisiones. La no recuperación del 10, clave para el equipo que, según el DT, “estaba hecho para Riquelme”. Los mensajes que se filtraban desde el vestuario hacia afuera –“Boca es como hacer el amor con la ventana abierta, no tenés intimidad”-. Y, cómo no podía ser peor, la derrota en el Superclásico. Para no recordar viejos malos tiempos –Brindisi en el 2004-, la renuncia se postergó para el día siguiente. Pero el ciclo estaba terminado hace rato.
El primer once oficial del Bichi. Viatri, Lucchetti, Cellay, Caruzzo, Insaurralde y Méndez (Arriba). Escudero, Battaglia, Medel, Palermo y Giménez. Recambio total. |
17 de Noviembre de 2010, Buenos Aires, La Boca. Mismo lugar, misma sala, mismos protagonistas. Distinto fin. Borghi se sentaba frente a los periodistas para decir lo que todos sabían: se iba de Boca. A partir de ahí, todo ese proyecto que se había montado, los cambios en los esquemas en inferiores, los refuerzos para formar ese nuevo dibujo –tres centrales de primera categoría-, todo se había ido en tan sólo 181 días. Y así Boca dejaba pasar otro semestre deambulando por el fondo de la tabla. Los últimos cinco partidos del Apertura, como en el Clausura, estarían a cargo de Tito Pompei, que sacó ocho puntos de los 25 que obtuvo el equipo en todo el torneo
22 de Diciembre de 2010, Buenos Aires, La Boca. Como en aquel 20 de Mayo de este mismo año, tan sólo siete meses después, en la Sala de Conferencias de la Bombonera se repitió la escena pero con otro actor estelar. Jorge Amor Ameal presentó un nuevo DT, una nueva apuesta de las tantas que tuvo en su corto cargo. Y es que su paso fue prueba y error, hasta hoy, por la dirigencia Xeneize. Como en la anterior negociación, Boca le “sacó” un técnico a otro club, aunque esta vez con muchos más inconvenientes. Pero con la desvinculación de Banfield consumada, solo restaba la firma para que un nuevo proyecto se inicie en la Ribera: la “Era Falcioni”.
Y la situación se presenta similar. ¿Hay un equipo golpeado? Sí. ¿Viene de una renuncia y un interinato de Pompei? Sí. ¿Necesita urgente resultados? Sí. ¿Habrá una limpieza grande de jugadores? Sí. ¿Llega un DT con poca experiencia en equipos grandes? Sí. ¿Campeón en un equipo de los denominados chicos? Sí. ¿Llega un DT con un esquema distinto y que habrá que practicar? Sí. ¿Habrá, una vez más, una erogación grande de dinero para traer refuerzos? Sí. Como en la asunción de Borghi hace un poco más de medio año, el panorama es similar. La historia se repite y Ameal apuesta, una vez más, fuerte. Los fracasos no lo asustan –Basile, Bianchi (Manager), Alves, Borghi- y, con sus últimas fichas como presidente, se la juega por Julio César. ¿Será la vencida para este Boca que no encuentra el rumbo? Por la Ribera esperan que, de una vez por todas, la apuesta de ganancias.
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