Redacción y Producción: Leandro Ulloa
Boca le ganó bien a River en Mar del Plata y pareció recuperar un poco del fútbol perdido en estos años. Falcioni, con algunos cambios simples, volvió a implantar una mística Xeneize que ya no estaba. ¿Puede Julio César devolver a Boca a los primeros planos? Por ahora comenzó con el pie derecho.
El Boca modelo 2011 de Falcioni. Le ganó a Independiente y a River bien. |
Tan simple como eso: poner cada cosa en su lugar. Así lo entendió Julio César Falcioni, el nuevo encargado de comandar este barco llamado Boca, que lleva casi dos años perdido en alta mar. Entendió que, en la Ribera, se juega con cuatro en el fondo. Que el tres es tres y el cuatro es cuatro. Que el medio raspa, mete y llega. Y que el nueve, la mete. Y no doble nueve. Con un delantero por afuera.
No es la idea desmerecer, de ninguna manera, a Claudio Borghi como DT. Pero su paso por el Xeneize fue una caída libre desde el vamos. ¿Por qué? Por tratar de innovar en un club donde, habitualmente, nadie lo hace. Y el Emperador observó, tomó nota y comenzó por el principio: las cosas en su lugar.
En este Boca modelo 2011 que venció a River en Mar del Plata se vio plasmado el estilo histórico del club. Un arquero seguro –como pocas veces se lo vio a Javi García, ¿le llegó la hora?-, fortaleza defensiva, un medio combativo y contundencia en ataque. Y para ello, Julio César tuvo que cambiar lo que estaba, pero volver a las raíces
Falcioni en el banco de Boca. Lleva dos ganados y no recibió goles. |
La línea de cuatro. El semestre pasado, la frase “línea de tres” parecía mala palabra. El Bichi murió con su idea y en La Boca no quieren saber más nada con un tridente defensivo. Ya, desde el principio, Julio dejó contentos a todos volviendo a los cuatro en el fondo. Y no sólo es poner un póker de defensores atrás. Es ubicar a cada uno en su lugar. Caruzzo e Insaurralde, de los centrales que hay, son lo mejor que tiene el club y el fútbol argentino. Cellay es una gran carta defensiva, pero en la zaga entran sólo dos. Y, tal vez el gran acierto de JC: poner laterales que lo sean. Clemente de tres –y no de cuatro-, dónde triunfo en Boca. Y José María Calvo –sí, aquel que ya nadie sabía que era de su vida- en la derecha. Ambos le dan al equipo la salida necesaria para que el esquema funcione. Una defensa que asegura el cero, como lo fue en los dos primeros encuentros de la era Falcioni.
Rivero, una de las caras nuevas, le respondió al DT frente a River. |
Otro cambio sustancial con respecto al proceso anterior es el compromiso dentro de la cancha de todos los jugadores, tanto para la marca como para la recuperación. A pesar de las bajas del equipo en la zona media –Erbes operado de la rodilla, Medel a Sevilla, Méndez contracturado y Battaglia en recuperación-, el equilibrio en el mediocampo estuvo presente. Leandro Somoza y Diego Rivero –en una posición inusual-, rasparon a más no poder y mostraron el camino. Cristian Chávez –“yo soy enganche”- se sacrificó en una zona de la cancha que no es la suya. Y, el punto alto, Colazo: Falcioni le dio la confianza y la diez. Y el pibe respondió con un gol. Sin embargo, en la cabeza de Falcioni seguramente este no sea el medio que imagine para el debut en la Bombonera el próximo 13 de febrero ante Godoy Cruz. Pero si la idea, las ganas y el entusiasmo.
Para felicidad del DT, Palermo la sigue metiendo. Son sus últimos seis meses. |
Línea por línea, el equipo cambió. Y el ataque no es la excepción. El famoso doble nueve, pocas veces usado en las épocas de gloria Xeneize, se evaporó con la ida de Borghi. Un nueve y un delantero por afuera: eso es lo que quiere la gente de Boca. Y Falcioni se lo dio. Tal vez no sea Pablo Mouche el preferido del hincha para acompañar al gran Martín Palermo, pero la idea está. Mientras tanto, Lucas Viatri deberá esperar otros seis meses más para ser el sucesor del Titán (por ahora).
Con estos retoques Boca cambió. Volvió a ganarle a River. Volvió a tener el arco en cero. Un arquero seguro. Una defensa sólida. Un medio “raspa que te raspa” y que llega. Una delantera contundente. Ah, y todavía falta el jugador más influyente del plantel: Juan Román Riquelme. ¿Y Cvitanich? ¿Y Erviti? Aún sin ellos, éste Boca de Falcioni ilusionó a más de uno. ¿Será, de una vez por todas, Julio César quien devuelva este barco a tierra? Por ahora, enderezó el curso poniendo cada cosa en su lugar.
1 comentarios:
muy buena nota!
Saludos
Publicar un comentario